Entre las competencias claves recogidas en las Recomendaciones del Consejo UE que constituyen también el canon pedagógico incorporado por la LOMLOE, figura la “Competencia Ciudadana”, definida como la habilidad de actuar como ciudadano responsable y participar plenamente en la vida social y cívica. Una competencia que se basa, por un lado, en conocer los conceptos y fenómenos básicos relativos a individuos, grupos, organizaciones del trabajo, la sociedad y la cultura, además de comprender los valores comunes europeos. Y, de otra parte, ”incluye el conocimiento de los acontecimientos contemporáneos, así como una comprensión crítica de los acontecimientos más destacados de la historia nacional, europea y mundial. También incluye la conciencia de los objetivos, valores y políticas de los movimientos sociales y políticos”.
¿Cuáles pueden ser los acontecimientos contemporáneos más destacados nacionales, europeos y mundiales cuya comprensión crítica deben adquirir los escolares para lograr los objetivos de la Competencia Clave Ciudadana? Indudablemente, entre ellos deben estar aquellos que constituyen el currículo de la Memoria Democrática que forma parte de la historia de nuestra democracia, imprescindible en la formación para la ciudadanía democrática que la LOMLOE recoge como fin de la educación y objetivo de sus diferentes niveles.
El concepto de Educación para la Ciudadanía Democrática y Educación para los Derechos Humanos (ECD-EDH) ha sido elaborado y promovido por el Consejo de Europa y recogido en acuerdos y convenios con los que también se comprometió en su día el Gobierno español, porque forma parte de un proyecto común europeo para el fortalecimiento de las sociedades democráticas, hoy enfrentadas a algunos retos que recuerdan a Europa de los años anteriores a la II Guerra Mundial: populismos autoritarios, fundamentalismos ideológicos y nacionalistas identitarios extremos, xenofobia, etc. De tal manera que la Educación para la Ciudadanía Democrática se concibe como una de las respuestas más generalizadas que es preciso dar a estos desafíos que actualmente afrontan nuestras sociedades.
Debido a tales causas, el Consejo de Europa viene desde 1997 hasta la actualidad realizando una sostenida promoción de la Educación para la Ciudadanía Democrática, definida en la Carta que sobre ella aprobó en 2010 de la siguiente manera, abierta a una diversidad amplia de desarrollos curriculares y extracurriculares: ”La educación para la Ciudadanía Democrática se refiere a la educación, la formación, la sensibilización, la información, las prácticas y actividades que, además de aportar a los alumnos y alumnas conocimientos, competencias y comprensión, y desarrollar sus actividades y su comportamiento, aspiran a darles los medios para ejercer y defender sus derechos y responsabilidades democráticas en la sociedad, para apreciar la diversidad y para jugar un papel activo en la vida democrática, con el fin de promover y proteger la democracia y el estado de derecho”.
Igualmente la Unión Europea, su Consejo y su Parlamento vienen trabajando sobre la prevención de la radicalización y la violencia, los conflictos religiosos e interculturales, el extremismo y la violencia política, de manera que, como se dijo en la Declaración de los Ministros de Educación de la UE reunidos en Paris el 17 de marzo de 2015 sobre promoción de la Ciudadanía y los valores comunes de libertad, tolerancia y no discriminación mediante la educación, el objetivo común es luchar contra el integrismo desde las aulas, a través de la promoción de valores como la tolerancia y el respeto a los demás, defendiendo los valores fundamentales de la UE: dignidad humana, libertad de expresión, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto a los DDHH. En definitiva, compartir entre todos los estados de la UE unos principios formulados de manera vinculante para todos en la Carta Europea de Derechos Fundamentales y un Plan de Acción para que la educación sirva para formar ciudadanos y ciudadanas, sea inclusivo, combata al racismo, desarrolle el espíritu crítico, el diálogo y la cooperación.
Se trata de pronunciamientos europeos propios de sistemas democráticos consolidados que reflexionan críticamente sobre su historia, a la vez que hacen frente a los riesgos que hoy se advierten de la emergencia de nuevo de ideologías populistas autoritarias, ultraconservadoras, integrista, fascistas y sus antecedentes doctrinales antiliberales y reaccionarios que dieron lugar a la gran tragedia europea del siglo XX y a su versión española de una dictadura de partido único, impuesta tras un golpe de estado y una cruenta guerra civil, que erradicó todo vestigio de democracia durante un periodo de 40 años.